
El brote de COVID-19 obviamente tiene serias implicaciones en lo que respecta a la salud física. Es una oportunidad para que mostremos nuestro temple, paciencia y adaptabilidad. Mientras que la confusión, el pánico y el estrés que nos rodeó durante el brote de COVID-19 puede hacer difícil no responder impulsivamente, ya sea internamente o en nuestras acciones externas, el neurólogo sugiere que podemos encontrar formas de ejercer más control.
Emprender es una montaña rusa de emociones: incertidumbre, miedo, inseguridad, enfado, soledad, euforia, impaciencia, frustración, estrés, desmotivación, inmadurez, dejadez… ¿cómo se gestiona todo eso?
No desvelamos misterio alguno si afirmamos que emprender es muy complicado, excesivamente complicado.Aunque suene a broma, emprender no es solo cuestión de gestionar recursos humanos y financieros, de asumir riesgos y tomar decisiones –que ya es harto complejo–, sino que, además hay que saber gestionar las emociones, tanto las propias como las del equipo.
Para el primer reto, porque esto va de retos, podemos –y debemos– estar preparados, pero, para el segundo, ¿cómo nos preparamos para afrontar esa montaña rusa de emociones a las que se enfrentará –sí o sí– cualquier emprendedor en su aventura?
Gran carga emocional
Los emprendedores se enfrentan a una gran cantidad de cambios emocionales, que un día te llevan a creerte el rey del mambo y, al siguiente, estás en el suelo y quieres dejarlo todo. Emprender implica una gran carga emocional. Además de las emociones propias de cada uno, el emprendedor se enfrenta también a las relacionadas con la gestión de personas, que, tal vez, son las más complejas.
El emprendedor en serie considera, no solo necesario, sino obligatorio –por una cuestión de supervivencia–, formarse en la gestión de las emociones. “No dejaría que nadie emprendiera sin antes conocer este tipo de situaciones y saber gestionar las emociones que surgen en torno a ellas, porque puedes destrozar la vida de muchas personas”. enumera Ángel María Herrera, fundador de Bubok, Iniciador, Samastah y LeemurApp.
Emociones positivas
Sin duda alguna, la situación que vive un emprendedor es muy particular porque constantemente se está moviendo en un entorno de cambio y de incertidumbre: mercado, facturación, competencia, clientes…
“El cerebro percibe ese contexto como un peligro de la misma manera que una persona percibe el peligro de estar cerca de un león. Ante esa situación de incertidumbre, el cerebro reacciona de la mejor manera posible para protegernos físicamente y por eso aparecen las emociones de la rabia, el miedo, el estrés… Si lo vemos desde ese punto de vista, son emociones positivas porque su intención es protegernos. Ese miedo, que es una emoción adecuada, es bueno porque nos prepara para afrontar los desafíos que tenemos. El miedo genera en nuestro cerebro adrenalina y cortisol para que aumente nuestra capacidad de atención, de reacción, de concentración… El problema surge cuando ese miedo es tan grande que nos paraliza, nos bloquea… Lo que tenemos delante nos saca tanto de nuestra zona de confort que no somos capaces de conectar con los recursos que el emprendedor tiene para poder afrontar ese reto”, argumenta Rosa Cañamero, socia fundadora de Execoach.
Emociones negativas
El miedo, que podría ser controlado, se acentúa aún más si anticipas las consecuencias negativas de que eso pueda ocurrir. “Es decir, ante una misma situación, dos personas con el mismo conocimiento y la misma experiencia pueden sentir un miedo diferente. Lógicamente, cuando has vivido una experiencia antes, tienes menos miedo porque sabes cuál puede ser el peligro, el riesgo, las consecuencias”. Añade Rosa Cañamero.
El miedo puede separarse en dos componentes primarios. Según Sorrentino, podemos dividir el miedo en dos elementos principales:
- El lado emocional, el otro es el lado racional.
- El último tipo de miedo es uno que podemos explotar para nuestro propio beneficio.
Criminalizar el miedo
Carla Sánchez, cofundadora de The Holistic Concept, cuenta además que ese miedo, esa incertidumbre que inunda el día a día de un proyecto, también se debe a que cuando arrancas y dejas todo lo que tenías antes para dedicarte por completo a un nuevo proyecto, da un vértigo enorme. “Y te planteas dudas como ¿qué seguridad tengo yo de que esto vaya a salir adelante? y si no sale adelante, te ves sin nada. Y ante eso, es normal que surjan dudas, miedos, inseguridades… Objetivamente, da miedo. Y por otro lado, en muchas ocasiones, te metes en negocios donde a lo mejor no dominas al cien por cien la materia y eso hace que tengas más estrés de lo normal. Lo ideal es saber rodearte de un equipo que esté especializado en las áreas que no dominas. Pero, para tener equipo necesitas recursos, que, probablemente, no tengas. Por eso, esto de emprender es muy complicado. Sería muy raro que un emprendedor no estuviera presionado y/o asustado”.

Ponerse unos límites
Sánchez recomienda además ponerse límites: “Cuando se emprende, la principal regla para gestionar esa montaña rusa de emociones es ponerse límites. Cuando haces un proyecto sobre el papel tiene un aspecto y cuando empiezas a ponerlo en pie y te enfrentas al mercado, a los clientes, a los competidores… te encuentras con un escenario completamente diferente. Ahí es cuando debes tener un plan para protegerte a ti misma, evitando, entre otra cosas, trabajar muchas horas».
La gestión de personas
No hay que olvidar que en todo este proceso, eso de emprender está íntimamente relacionado con la gestión de personas: socios, empleados, clientes, competidores, proveedores…
Para Herrera, la herramienta más poderosa para transmitir y contar historias es el storytelling. “La gente se suele acercar a una empresa por la historia que cuenta esa compañía, por el impacto y la huella que quiere dejar en el mundo. Con Bubook queríamos transformar el sector editorial y ayudar a cualquier persona a hacer realidad su sueño de publicar libros. Esa historia es la que se ha ido transmitiendo. La forma de transmitir ese propósito es la base, el pilar de la cultura, que debe estar construida sobre el propósito. Y la forma de que eso vaya impregnando la organización es crear un storytelling. Esa historia debe estar muy interiorizada en la parte directiva para que se vaya transmitiendo de unos a otros”.
Recursos de gestión
Pero, ¿cómo gestionar las emociones? Cañamero recomienda seguir estos tres pasos:
“El primero es darte cuenta que estás sintiendo esa emoción. Está demostrado que el simple hecho de pararse y etiquetarla (en este momento estoy sintiendo miedo, ira…) ya ayuda a bajar la intensidad de la emoción, con lo que desde esa perspectiva ya puedes afrontar mejor el reto”.
El segundo paso es utilizar una estrategia para frenar esa emoción negativa. “Y una estrategia puede ser llevar tu mente a otro sitio diferente al problema al que no paras de darle vueltas. A este recurso se le denomina parche emocional, porque te hace aplacar la emoción que estás sintiendo en un momento determinado al pensar en otra cosa, al llevar tu atención a otro sitio”.
Y el tercer paso es que, poco a poco, “entrenes tu cerebro para que, ante el mismo estímulo, la emoción que sientas tenga menor intensidad”.

Por último, ¿Qué pasa con la ambición?
No olvides que esto de emprender va, entre otras cosas, en ir superando retos, unos más ambiciosos que otros. Y la ambición, ¿qué papel juega en todo esto? “Es necesaria”, resalta Herrera. Para Polo, es un ingrediente sin el cual un emprendedor, probablemente, tendría menos reprís o menos capacidad de aceleración que uno que sí la tiene. Sánchez reconoce que siempre ha sido una persona ambiciosa, “porque tiendo a pensar en grande, y mi socia es igual que yo en este punto. Pensamos en grande, porque ya se encargará el contexto de ubicarte. Pero, si no piensas en grande no harás nada en este mundo. Ser ambicioso es querer mejores cosas». Para Cañamero, la ambición, entendida como esas ganas de superarse uno mismo y de conseguir logros y metas, es sana.
Cuando hay tanta confusión y cambios a tu alrededor para considerar, a menudo estás a merced de las emociones negativas – las decisiones deben ser aplazadas hasta que tus emociones interfieran menos con tu mente y hasta que tengas más claridad mental.
Aunque es tentador responder impulsivamente en momentos en los que las emociones están a flor de piel, el brote de COVID-19 es una oportunidad para que mostremos nuestra entereza, compasión, paciencia y adaptabilidad.
El equilibrio está en saber quién eres, cuáles son tus posibilidades, qué grado de ilusión y entusiasmo tienes y qué nivel de creatividad.
Fuentes: Emprendedores, Insider