
Como comentábamos en un artículo anterior, en los primeros meses del año 2020, y consecuencia fundamentalmente del Covid-19, “se ha producido un cambio tan profundo social, empresarial, de forma de vivir y relacionarse, que quizás no podamos apreciar en su totalidad hasta que analicemos el antes y el después con mayor perspectiva, una vez pasado el tiempo suficiente”. Y evidentemente estos cambios tan profundos están afectando, no podía ser de otra forma, al mundo del emprendimiento y las startups.
Hasta ahora parecía que el ideal de un inversor en startups era lograr acertar con el próximo “unicornio”, entendiendo como tal aquella empresa cuyo valor supera los 1.000 MM. de USD sin haber salido a bolsa o habiéndolo alcanzado antes de hacerlo. Este modelo de negocio, asociado tradicionalmente a Silicon Valley, hace referencia a empresas con una fuerte base tecnológica con una propuesta de negocio innovadora, convincente y sobre todo cautivadora, enfocadas directamente al consumidor (B2C) y con tasas de crecimiento aceleradas.
Como aspecto negativo reseñar que no son necesariamente rentables (en muchos casos acumulan años de fuertes pérdidas) y su crecimiento se basa fundamentalmente en sucesivas rondas de financiación. Todos conocemos ejemplos como los de AIRBNB, UBER, SPACE X, … o las españolas CABIFY y GLOVO. Sin embargo, en las últimas semanas han aparecido algunas noticias sobre problemas en algunas de estas compañías dado que los inversores han comenzado a cuestionarse si verdaderamente su modelo de negocio, además de escalable, puede llegar también a ser rentable, de forma sostenible, a medio y largo plazo.
Frente a estos grandes unicornios en Fellow Funders ya comentábamos, hace algún tiempo, que dentro del ecosistema de startups y micropymes existían otros modelos de empresas que denominábamos «cucarachas”, “gacelas”, …, todo un universo que denominábamos “El Zoológico del Emprendimiento”.
Un nuevo animal entra en el zoológico
Y cuando ya creíamos que conocíamos todos los posibles integrantes de este mundo de la innovación, la actual pandemia ha traído como consecuencia que el ecosistema emprendedor se empiece a fijar en otro modelo de empresa, la denominada “empresa camello”. Este concepto ha sido acuñado por Alex Lazarow, director de inversiones de la firma de capital riesgo Cathay Innovation en su libro “Out-Innovate”.
Si nos fijamos en un camello es un animal robusto que puede sobrevivir a largas temporadas de sequía y que cuando encuentran agua beben más de 100 litros. Esto les hace ser animales con una gran resistencia. ¿Y qué entendemos por empresas “camello”? Podemos decir que el aspecto más diferencial de este tipo de compañías es que son capaces de mantener su actividad con independencia de tener acceso o no a la financiación, es decir, pueden superar fases “desérticas” donde la financiación sea escasa, con sus propios ingresos.
Si hacemos un análisis un poco más en profundidad de este tipo de compañías varias son las características que podemos observar en ellas:
- Costes reducidos. Además de tener unos costes fijos reducidos los incrementos en los costes variables (personal, operaciones, …) deben estar justificados por los incrementos en los ingresos.
- Enfoque en el crecimiento orgánico. El crecimiento es importante, pero debe ser sostenible y acompañado de la rentabilidad en las operaciones.
- Identificación del Valor Añadido y cobro al cliente en relación al mismo. El objetivo de estas empresas es monetizar desde el principio por lo que es importante que sus clientes visualicen claramente el valor añadido que les aportan los bienes o servicios adquiridos.
- Preparación ante las amenazas. Este tipo de empresas son conscientes de la existencia de un entorno cambiante en donde las amenazas no siempre pueden ser identificadas. En consecuencia, es muy importante para las mismas el diseño y el desarrollo de planes de contingencia que les permitan una rápida reacción.
- Diversificación de su modelo de negocio. Es importante para estas empresas diversificar su propuesta de valor y poder adaptar su portfolio de productos o servicios a las necesidades cambiantes del mercado.
- Financiación limitada. Este tipo de empresas deben recurrir lógicamente a la financiación, pero la misma será utilizada para su crecimiento y no para su supervivencia. Ello les permite aquilatar sus fuentes de financiación a sus necesidades e incluso poder elegir a los inversores que prefieren.
- Visión de Largo Plazo. Este tipo de empresas entiende que los períodos de maduración de su modelo de negocio son largos y que la influencia externa puede ser negativa (crisis). En consecuencia, dentro de su ADN debe estar la adaptabilidad y la mentalidad de supervivencia.
En definitiva, parece que la crisis actual, de origen sanitario pero que se ha trasladado inevitablemente al ámbito económico, puede y debe traer para las startups y para las empresas en general un uso más eficiente del capital, un mayor enfoque en la creación de valor añadido pero tangible (monetizable) y una mayor flexibilidad y enfoque a largo plazo.
Frente a la espectacularidad de los unicornios, los camellos pueden parecer animales humildes pero su adaptabilidad y espíritu de supervivencia puede hacer que las rentabilidades para los inversores en este tipo de compañías sean importantes.
¿Y tú, qué prefieres, Unicornios o Camellos?
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